Niebla en Londres
Iniciamos una série de artículos anecdóticos donde la meteorología ha jugado un papel destacable. Y lo hacemos con la famosa niebla de Londres... ¿seguro que era niebla?
Algunas obras de Arthur Conan Doyle con Sherlock Holmes como protagonista transcurren en una ciudad de Londres envuelta en un espeso manto de niebla. En la novela de Robert Louis Stevenson, Dr. Jekyll y Mr. Hyde , la niebla es un complemento importante para dale una dimensión más tenebrosa a la obra. Pintores como Claude Monet en sus viajes a Londres que realizó entre 1899 y 1901, plasmaron en sus lienzos una densa niebla que a duras penas dejaba entrever los edificios de una ciudad gris y desdibujada.
Incluso en una carta escrita en marzo de 1900 llega a decir que “pintar en Londres es endiabladamente difícil. Sigue sin haber ninguna señal de Sol, ni hay ninguna grieta en la capa de nubes”.
Sin embargo en Londres hay tanta niebla como en Girona, poco más de 15 días al año. La causa de la imagen que tenemos de Londres con niebla no era más que contaminación: el “smog” o palabra que mezcla “smoke” (humo) y “fog” (niebla) como consecuencia de la combustión de carbón que se utilizaba en calefacciones y fábricas.
Ya en el siglo XVI la reina Isabel I se quejaba del humo que había en Londres a causa de la combustión de carbón mineral. Incluso decía que le dejaba un regusto en la boca. A finales del siglo XIX se contaban más de 500.000 chimeneas que en situaciones de inversión térmica acumulaban una enorme cantidad de humo en las capas más superficiales (quizá le venga a la memoria la imagen de Mary Popins ascendiendo por una escaleras "de humo").
En diciembre de 1952, Londres queda paralizada durante 5 días por el “smog”. La visibilidad llega a ser incluso inferior a los 5 metros. El resultado son 4000 víctimas por asfixia. La situació no puede ser peor y por fin en 1956 se firma el “Acta de Aire Limpio”, prohibiéndose todo tipo de combustión por carbón. A partir de la década de los 60, Londres deja de ser una ciudad de "niebla" y los episodios de contaminación no tienen nada que ver con los que se registraban en la primera mitad del siglo XX.
Las imágenes muestran la enorme concentración de "smog" en los episodios con inversiones térmicas.
Alfred Rodríguez Picó