Enamorado de las nubes

Enamorado de las nubes
Autor: Alfred Rodríguez Picó - Director de TAIKOMETEOROLOGIA. Meteorólogo con más de 30 años de experiencia en TV3, Catalunya Ràdio, La Vanguardia, El Periódico y otros medios, así como profesor y conferenciante con más de 1500 charlas impartidas.
28 de mayo, 2019

Luke Howard, el padre de las nubes”

Así era Luke Howard, Londres 1772-1864. Un enamorado de las nubes. Con solo 8 años ya se pasaba el día observando las nubes, estudiando sus formas, altura, dirección, velocidad. Entre mayo y agosto de 1883 y a consecuencia de la explosión unos meses antes de dos volcanes, el de Eldeyjar en Islandia y el de Asama Yama en Japón, el hemisferio norte se tiñó de unas irisaciones espectaculares, mezcla de ceniza y polvo de las erupciones y de las propias nubes. Ese espectáculo natural lo entusiasmó aún más. A partir de entonces y durante 30 años se dedicó al estudio de las nubes ayudado por un barómetro y un termómetro para anotar las observaciones diarias. En invierno de 1802/1803 presentó un estudio que todavía hoy, con ligeras modificaciones, utilizamos: “Sobre la modificación de las nubes”, clasificándolas en “cumulus”, “stratus”, “cirrus” y “nimbus”, pudiendo combinarse entre ellas. De hecho unos meses antes el francés J. B. Lamarck (1744-1829) ya propuso una clasificación de las nubes, pero como los nombres estaban en francés y para la formación de las nubes proponía la influencia de los astros, la comunidad científica rechazó esa nomenclatura.

La popularización de los nombres de las nubes se la debemos en gran parte al genial escritor alemán J.W. Goethe (1749-1832). Usó la clasificación de Howard en su diario meteorológico y a menudo aparecen los nombres de las nubes en diversas obras. Incluso le dedicó un poema sobre nubes.

Para terminar les voy a recomendar, con su permiso, una obra sobre nubes..."especial": se trata de una fantástica obra teatral del comediógrafo ateniense Aristófanes (444ac-385ac). Les explico, Estrepsíades tiene un hijo que lo está dejando arruinado a causa de su afición a comprarse caballos. Así que decide ir a la escuela de Sócrates para aprender a hablar mejor y con sus argumentos, ahuyentar a sus acreedores. Entra en la escuela y se encuentra a Sócrates colgado en el aire dentro de una cesta. Está investigando el sol y las nubes y le explica que Zeus, el rey de los dioses no existe y las verdaderas deidades son las nubes. Los rayos se forman cuando un viento seco las hincha hasta reventar, estallando con una gran descarga, mientras que los truenos se producen cuando las nubes llenas de agua se mueven, chocan entre ellas y se rompen con un gran estruendo. Si los mortales las ofenden, devastarán las vides y los olivos con vendavales y destruirán los techos de las casas con granizo. Si Estrepsíades logra o no su propósito de ahuyentar a sus acreedores, se lo dejo para ustedes. La obra se lee en un par de horas y es de lo más agradable…y con final sorpresa.

Alfred Rodríguez Picó

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