¿Debemos tener miedo a la gota fría?

¿Debemos tener miedo a la gota fría?
Autor: Samuel Biener - Geógrafo del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante
28 de septiembre, 2017

Llega el mes de septiembre, y como cada año una de las noticias estrellas de los medios de comunicación del litoral mediterráneo es la inminente llegada de la temida gota fría. Muchos de ustedes probablemente se preocupen al escuchar esta denominación. Sin embargo, el objeto de este artículo es aclarar algunas cuestiones relacionadas con la gota fría, ya que como podrán leer dentro de unas líneas desde hace un tiempo se están extendiendo falsas ideas sobre uno de los fenómenos estrella del Mediterráneo.

¿Qué es realmente una gota fría? La mayor parte de la población de nuestra zona la asocia con lluvias torrenciales de efectos catastróficos que se producen en otoño. Y esto se trata de un tremendo error, cuyo origen se remonta a la década de los 80. A partir del episodio de precipitaciones intensas de octubre de 1982 (la pantanada de Tous), los medios de comunicación comenzaron a usar el concepto de gota fría como sinónimo de desastre, algo que perdura hasta nuestros días. Y sin embargo, este término no es reciente, y esta afirmación sorprende al neófito del mundo meteorológico. La gota fría está definida por primera vez en 1886 por la escuela alemana de meteorología, con un nombre que por razones obvias no ha triunfado en nuestro país:  Kaltlufttropfen, que vendría a ser como gota de aire frío. Hacia 1920/1930,  Köppen y Sherhag amplían esta definición, señalando que se trata de una "marcada depresión en altura, sin reflejo en superficie, en cuya parte central se encuentra el aire más frío". A grandes rasgos, prácticamente es la definición oficial que se usa hoy en día.

Una gota fría desde el satélite. La letra A representa el núcleo de la gota fría, mientras que la B señala un sistema convectivo, donde se producen lluvias intensas. Fuente: AEMET.

Por tanto, una gota fría simplemente es una depresión en altura, con un núcleo donde se encuentra el aire más frío. Nada de lluvias torrenciales, ni desastres, ni nada parecido. Estas depresiones en altura además se pueden generar en cualquier época del año, no son exclusivas del otoño, de hecho son más frecuentes en invierno y primavera. Por otra parte, otro mito relacionado con la gota fría es la relación entre el mar caliente y las lluvias torrenciales. Por muy caliente que esté el Mediterráneo, si no hay inestabilidad en altura no puede pasar nada. Y lo más importante, se pueden producir lluvias torrenciales con otras situaciones asociadas a vaguadas y eventos de lluvias cálidas. Otro día explicaremos algunas cosas más sobre este tema.

El típico titular de un periódico a finales de agosto.

No nos tiene que dar miedo la gota fría. Lo que nos debe asustar es lo que se ha hecho en el litoral mediterráneo, donde se ha urbanizado sin control, y allí donde encontrábamos una marjal o un barranco hoy en día lo que tenemos es un bloque de apartamentos o un centro comercial. Y precisamente de esto es de lo que menos hablan los medios, cuando el incremento de la vulnerabilidad y la exposición debido la acción del ser humano es lo que determina el aumento del riesgo.

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